lunes, 1 de febrero de 2010

La adolescencia urbana occidental



La cultura es un factor importante en todos los ámbitos del desarrollo del individuo, siendo más influyente en las etapas más difíciles, como puede ser en la adolescencia; etapa del desarrollo del ser humano que sigue a la pubertad y en la que se producen una serie de cambios físicos y psicológicos. La cultura al igual que la sociedad cambian en una línea temporal en la que se influyen mutuamente.


Antiguamente, era habitual un período de adolescencia acortado debido a la entrada temprana al mundo laboral y familiar, aunque con una preparación y educación en menor grado. Es decir, ya el individuo adolescente que comenzaba a trabajar o formaba una familia aunque no fuera deseada ni buscada, ya se consideraba una persona adulta.


En la actualidad, los adolescentes son adultos biológicamente pero no son reconocimos como adultos socialmente; por ello el período de la adolescencia cada vez es más largo, debido a factores como: la prolongación de la enseñanza obligatoria, mayoría de edad para comenzar a trabajar seguido de un notable desempleo y la demora del matrimonio y la independencia del hogar familiar, entre otros. Por tanto, el adolescente tarda en tomar conciencia de unas responsabilidades que le ayudarían en el paso de la adolescencia, a la pubertad y madurez.


Nuestra cultura es una de las pocas que no cuenta con ritos específicos de iniciación o transición de la pubertad a la edad adulta. Por un lado, hay otras culturas de determinadas tribus, en la que la realización de determinados rituales marcan el paso de la adolescencia a la adultez. Sin cabida de una línea temporal para vivir los cambios psíquicos de la propia adolescencia. Y por otro lado, hay culturas de determinados pueblos en los que los rituales dependen de la educación. Es decir, los pueblos que educan para la interdependencia social, identificarse con linajes o clanes, utilizan ritos de pasaje ala adultez como un proceso de sociabilización. Mientras que aquellos que educan para la independencia, identificarse sólo con la familia, no participan en ceremonias de este tipo.

Influencia de los medios audiovisuales en la adolescencia



Los medios de comunicación están notablemente presentes en el desarrollo del individuo, pudiendo ser importantes las repercusiones de los medios en la adolescencia.

Los medios no renuncian a su influencia sobre actitudes, valores y creencias, prejuicios, fantasías individuales (lo que quiero hacer) que engloban ideales sociales (altruismo) e ideales profesionales.


La publicidad tiene como objetivo estimular el deseo y la necesidad de consumir, y los niños y jóvenes representan una importante cuota de mercado. La influencia de la publicidad en los niños es muy fuerte, y puede considerarse como un instrumento peligroso, ya que crea apetencias y necesidades que no se corresponden con la edad del niño o del adolescente, y que en la mayoría de los casos no podrá satisfacer. Por ejemplo: hay numerosos estudios que confirman que el alto índice de violencia televisiva interviene como factor importante en la determinación de las conductas masculinas (y femeninas ) violentas; cuanto mayor sea el tiempo de exposición a programas televisivos violentos, mayor es el riesgo de asociación de conductas violentas en niños y adolescentes.


Con respecto a los hábitos de consumo, en el consumo de drogas legales e ilegales en todas las culturas, la publicidad ha influido mucho en las películas, incluso en contra de las drogas; pero eso no implica que al adolescente el consumo de drogas no le parezca natural. Y por otro lado, con el tabaco se influye de manera directa con los anuncios o de manera indirecta, presentado modelos de prestigio que fumen en algún momento de la película; y en ambos casos hay procesos de identificación más fuertes cuantos más jóvenes son los adolescentes.


Luego con la comida, la comida basura desplaza a la comida tradicional y nos enseñan a comer indirectamente en costumbres que vemos en otros países. La publicidad también influye de forma importante. Se ha demostrado que de los miles de anuncios que ven los niños al año en la televisión, dos terceras partes son sobre alimentos con elevado contenido en calorías, grasas, colesterol, azúcar y sal. Y que por cada hora que aumenta viéndose la TV, aumenta la prevalencia de obesidad, tanto en niños como en adultos.

El autoconcepto y autoestima en la adolescencia



El Autoconcepto representa el conjunto de características o atributos que nos definen como individuos y nos diferencian de los demás. Para construir un autoconcepto, los individuos ponen atención en la retroalimentación que reciben en sus asuntos cotidianos que muestran sus atributos, características y preferencias personales.

La autoestima, supone una valoración de nuestro autoconcepto, y por tanto un proceso de construcción social, al depender de cómo nos evalúan los demás para evaluarnos nosotros mismos.


El autoconcepto presenta varios componentes como los siguientes: el Yo ideal y el Yo posible. El primero se caracteriza por aspectos idealizados como quién le gustaría ser al adolescente; mientras que el segundo supone quién le gustaría ser a partir de quien es.

El autoconcepto puede ser difuso a partir de los conflictos entre el yo ideal y el yo posible, a partir de las Diferencias entre las expectativas y la realidad; que consisten en la medida en que podemos alcanzar el yo posible, y el grado en que este refleja el yo ideal. Es decir, la discrepancia es la medida de la desadaptación. Ya que cuanto más conflicto haya en el autoconcepto más difícil resulta adaptarse para interactuar con los demás y todo lo que eso implica, repercutiendo también en la autoestima.


La autoestima posibilita al adolescente una mejor entrada en la vida adulta con un desarrollo psíquico y emocional óptimo. Determinan la autoestima las relaciones con los padres: su apoyo y afecto propiciarán una alta autoestima en el adolescente, mientras que la excesiva crítica y exigencia, propiciará una baja autoestima, como también las enfermedades. También influye la relación con los iguales, cuánto más popular sea el adolescente por detalles o características que el considere que son bien valoradas por sus iguales, más alta será su autoestima al igual que con un alto rendimiento escolar. Influyen factores como las diferencias de género: en los varones, habilidad deportiva y sentimiento de eficacia. Y en las mujeres la calidad de sus relaciones interpersonales y su atractivo físico.


No obstante se produce un descenso de la autoestima al inicio debido la influencia familiar en el adolescente y cambios intensos físicos, que pueden provocar insatisfacción en el adolescente que los sufre, cambios en el contexto escolar y el inicio de relaciones sexuales y la búsqueda de pareja.

Desarrollo de la autoestima en la adolescencia



La autoestima puede desarrollarse convenientemente cuando los adolescentes experimentan positivamente cuatro aspectos:


· Vinculación: resultado de la satisfacción en el adolescente al establecer vínculos que son importantes para él y que los demás también reconocen como importantes.


· Singularidad: resultado del conocimiento y respeto que el adolescente siente por aquellas cualidades o atributos que le hacen especial o diferente, apoyado por el respeto y la aprobación que recibe de los demás por esas cualidades.


· Poder: consecuencia de la disponibilidad de medios, de oportunidades y de capacidad en el adolescente para modificar las circunstancias de su vida de manera significativa.


· Modelos o pautas: puntos de referencia que dotan al adolescente de los ejemplos adecuados, humanos, filosóficos y prácticos, que le sirven para establecer su escala de valores, sus objetivos, ideales y modales propios

La evolución de la identidad en la adolescencia


La identidad se define como la toma de conciencia del papel en la sociedad, es decir una relación óptima entre una coherencia cognitiva de ese papel en sociedad que aporte estabilidad; la conciencia de existir y sentirnos los mismos. Es decir, el yo estable en el tiempo como el recuerdo de esa identidad, la sensación de que seguimos siendo la misma persona. Sin embargo, en la adolescencia se producen cambios de identidad, en los que influyen factores como pueden ser los componentes recibidos y elegidos del entorno social y cultural. Por ejemplo, según el género, los chicos comparten componentes ideológicos y las chicas componentes interpersonales.

Según el estatus de identidad, este se define en función de dos dimensiones: crisis y compromiso a partir de varios tipos de identidad:

Una identidad moratoria: el adolescente presenta una crisis por lo que no hay compromiso, y experimenta roles diferente con un elevado nivel de ansiedad, se muestran indecisos y flexibles además de compartir algunas de las características positivas de los sujetos en logro.

Identidad difusa: crisis de identidad, con altos niveles de ansiedad con compromisos efímeros con escaso autocontrol, baja autoestima y autonomía, posibles trastornos psicológicos, son conformistas e influenciables y presentan probabilidades de un Mayor consumo de drogas

Identidad lograda: si hay crisis y compromiso pero presenta una estabilidad personal con una imagen pública y privada relativamente coherente, y un sentido de propiedad de las decisiones tomadas. Sujetos maduros y autónomos que muestran baja ansiedad y escasos estados emocionales negativos, son cooperativos e interesados en los demás, y niveles avanzados de desarrollo moral

Identidad hipotecada: no hay crisis y si hay compromiso. Puede considerarse el atajo para la identidad pues las creencias y objetivos han sido modelados por otros, sin ser el individuo. Por ejemplo: el adolescente quiere estudiar medicina porque su padre es médico. Se muestran conformistas, convencionales y rígidos, escasa ansiedad Relaciones estereotipadas con dificultades para establecer relaciones de intimidad. Obedientes y dependientes de los padres con un menor consumo de drogas.

El papel de la familia en la identidad adolescente




No todas las familias favorecen por igual la autonomía de los hijos al llegar la adolescencia. Los resultados de una investigación de Elder, manifiesta que los padres parecen más autoritarios que las madres; las madres son más democráticas, igualitarias y permisivas que los padres. Estos modos de disciplina se relacionan con la probabilidad de sentimientos de rechazo de los padres por parte de los adolescentes.

Respecto a la relación entre esos tipos de disciplina y el desarrollo de la independencia, Elder refiere una mayor frecuencia de adolescentes con conducta independiente entre hijos de padres democráticos y permisivos, que entre los de padres autocráticos.


Las diferencias entre familias constituyen precisamente uno de los problemas que el adolescente ha de afrontar en la búsqueda de su independencia. Las frecuentes discrepancias al respecto entre padre y madre, e incluso las inconsistencias de cualquiera de ellos contribuyen a la inseguridad del adolescente respecto al modo de la independencia socialmente aceptable.


El momento de la pubertad influye en las reacciones recíprocas entre padres e hijos, al menos entre los varones. Es decir, a medida que se acerca la pubertad disminuyen las explicaciones que sus padres tienen con el hijo, la interacción en el seno de la familia se vuelve más rígida, disminuye la deferencia del hijo hacia la madre, y se multiplican las interrupciones de su conducta por la intervención paterna. A partir de entonces, mejora la relación con los padres. Sin embargo a lo largo de la adolescencia, el hijo interrumpe cada vez más a los padres y les aporta menos explicaciones acerca de su vida.


No obstante, la edad adolescente no siempre culmina en la adquisición de la independencia, con pautas evolutivas diferentes en hombres y mujeres. Esta independencia puede tardar en alcanzarse a partir de factores sociales y personales; así como que hay adultos que siguen siendo adolescentes. Conocido dicho hecho, como la perpetua adolescencia, caracterizada en el individuo por sentimientos de inferioridad, incapacidad en la toma de decisiones, comportamiento irresponsable, etc, promovido por una madre con las siguientes características: clase media, educación superior, totalmente interesada en ser una madre competente que quiere formar un hijo perfecto, con un marido ocupado periféricamente en los hijos.

La influencia de los pares significativos en la identidad adolescente.



A medida que el individuo avanza en su desarrollo adolescente, el deterioro de los vínculos familiares y esa independencia de los mismos que necesita, le aporta un vacío que trata de llenar con el grupo de iguales.


La interacción con los compañeros en la adolescencia desempeña funciones parecidas a la niñez pero de manera más decisiva. El grupo resulta la fuente principal donde el adolescente recaba su estatus y su autoconcepto; las relaciones con los iguales del mismo y del otro sexo, sirven de prototipos de las futuras relaciones entre adultos. El adolescente necesita compartir sus sentimientos, dudas, temores y proyectos con otras personas, y difícilmente puede hacerlo con los padres. Por tanto, el adolescente se encuentra en un proceso de romper los lazos familiares y para ello necesita del apoyo, aprobación y la seguridad que le proporciona el grupo de iguales.


Finalmente, en esta búsqueda de independencia, el adolescente va a desarrollar un gran conformismo respecto al grupo, sin límite de gustos, modas y estilos vigentes en el mismo. Pues buscará sentirse integrado e identificado en el grupo, así como también buscará la aprobación del mismo.

Orientación y comportamiento sexual en la adolescencia



El comportamiento sexual en los adolescentes, como también en los adultos, no sólo responden a motivaciones sexuales intrínsecas sino que también se ve influído por incitaciones externas. Es decir, los prototipos y símbolos sexuales en una cultura (por ejemplo la imagen del desnudo femenino), determinan los contenidos y los significados de la conducta sexual. Para el adolescente enamorarse o haber tenido el primer coito, pueden suponer motivos sociales más que motivos eróticos; ya que para muchos adolescentes la intimidad sexual es una experiencia que aporta autonomía, sentimiento de identidad, autovaloración propia como persona atractiva y de toma de conciencia de su capacidad para la relación con los otros.


También hay que tener en cuenta la influencia de la cultura, en el sentido de que la sociedad considera conductas problemáticas en la adolescencia, que en cambio juzgan normales en la edad adulta; motivo por el cual las relaciones sexuales en la adolescencia constituyen comportamientos que jalonan la transición a la adultez. En ellas el adolescente satisface una necesidad de experimentación vital, de experimentar y experimentarse tentativamente como adulto.