- Por evitar un conflicto. Si sabemos que negarnos va a provocar una situación problemática para nosotros, generalmente tendemos a ceder. Sobre todo si no es significativo, como en el caso del jefe y la junta de trabajo.
- Por no hacer sentir mal al otro. Mejor conocido como culpa. Muchas veces, sin darnos cuenta, nos imaginamos lo que la otra persona va a sentir si nos negamos y preferimos no hacerle pasar por eso.
- Por miedo a no ser aceptado. Contrario a imaginarnos lo que va a sentir la otra persona si nos negamos, más bien nos imaginamos lo que va a pensar de nosotros. Esto es un miedo a ser rechazado, y que en algunas personas es más marcado que en otras.
- Por sentir que no tengo derecho a negarme. Esto generalmente es un problema de autoestima, en donde damos por hecho que las necesidades del otro son más importantes que las nuestras, y en cuanto nos piden algo, inmediatamente hacemos de lado lo nuestro para atenderlos.
El problema de no saber decir “no” es que después tenemos que afrontar las consecuencias. Es importante reconocer cuál es tu necesidad o deseo, y decidir si eso es una prioridad para ti en ese momento, o si estás dispuesto a ceder a los deseos del otro. No es lo mismo ceder porque me siento obligado a hacerlo, que ceder porque yo lo decido así. Y de igual modo podemos aprender a decir “no” si esto significa poner atención a nuestras propias necesidades y atenderlas. De hecho, es señal de buena autoestima. A veces sentimos que decir “no” por pensar en nuestras necesidades es egoísmo, y en realidad no lo es, si sabemos cuándo queremos ceder, y cuándo no.
1 comentario:
La última frase dice lo mismo que yo pienso,vamos mejor dicho imposible.
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