jueves, 15 de enero de 2009

Los efectos terapeúticos de las emociones positivas




Científicos ingleses hallaron nuevas evidencias sobre el poder contagioso de la risa: nuestro cerebro sería particularmente sociable, ya que gatilla una sonrisa como respuesta a la primera carcajada que percibe. "Parece que es absolutamente cierto que si reímos el mundo entero ríe con nosotros", dijo a LA NACION Sophie Scott, investigadora del Colegio Universitario de Londres, y autora del estudio publicado en la revista Journal of Neuroscience .

Estudios previos habían demostrado que cuando observamos una cara sonriente se activa un grupo de células nerviosas llamadas neuronas espejo, que nos impulsan a sonreír. El fenómeno es evidente en los bebés, que sonríen a quien les sonríe.

El nuevo estudio reemplazó el estímulo visual por uno auditivo. Los investigadores seleccionaron vocalizaciones que correspondían a emociones positivas (diversión y triunfo) y negativas (miedo y disgusto) y, mediante estudios de resonancia magnética funcional, monitorearon la reacción cerebral de un grupo de voluntarios.

Las neuronas espejo se activaron como respuesta a todos los sonidos, preparando a los músculos faciales a entrar en acción. Sin embargo, la respuesta fue más intensa en el caso de las risas y voces triunfantes, hecho que no deja de ser una buena noticia, ya que la realidad no siempre permite presuponer que las emociones p ositivas son más contagiosas que las negativas.

Sophie Scott interpretó este hallazgo particularmente socializador del experimento: "El hecho de que las emociones positivas activen el sistema de neuronas espejo en mayor medida que las emociones negativas, nos permite comprender cómo las emociones positivas promueven la cohesión social".

Del estudio se desprende una conclusión trascendente: contamos con un cerebro social que nos asegura las bases biológicas capaces de favorecer la interacción y la empatía, fenómenos fundamentales para la vida en sociedad. Pero además, tendríamos una tendencia innata a sumarnos a las emociones positivas.

Y es en este punto que adquieren valor movimientos como la psicología positiva, impulsada unos pocos años atrás por Martin Seligman, de la Universidad de Pensilvania y Edgard Diener, de la Universidad de Illinois, como un intento por desplazar a la psicoterapia del registro más negativo de la enfermedad mental e impulsar el más optimista de la salud mental.

Aunque rescata el valor de la psicología positiva, el licenciado Fernando Torrente, jefe de Terapia Cognitiva del Instituto de Neurología Cognitiva asegura que "la mayoría de los clínicos con experiencia siempre supieron de la importancia de las emociones positivas y de fortalecer los recursos positivos de los pacientes".

Así, reivindica el valor de las conductas que promueven una mayor estimulación positiva, desde el cuidado del aspecto físico hasta la realización de actividades sociales gratificantes. "Sin embargo -advierte-, no hay que caer en reduccionismos". Y recuerda que, así como el estudio inglés demostró que las emociones positivas se contagian, otros demostraron que las negativas también pueden contagiarse.

RECURSOS OPTIMISTAS:

Para conjurar este aspecto menos optimista de la vida, una tendencia circula por todo el mundo proponiendo rescatar la capacidad de desarrollar recursos positivos y proyectarse con optimismo a pesar de los inevitables acontecimientos negativos.

Apenas algunos ejemplos: la escritura terapéutica con final feliz que postula Mónica Bruder, para ayudar a recuperar a quienes atravesaron experiencias traumáticas; la propuesta de los fonoauiólogos argentinos Mirta Nanno y Rubén Delauro, que promueven la risa como motor de salud y que tiene sus raíces en el famoso movimiento creado por Patch Adams en los 70, cuando inició la terapia de la risa con los pequeños pacientes internados en hospitales de Estados Unidos.
También la más reciente propuesta del laughing-yoga, inaugurada por el médico hindú Madan Kataria, que, a partir de los confirmados beneficios del yoga está difundiendo una alternativa que combina las posturas milenarias con el entrenamiento de la risa.

El número de estudios que reivindican el poder terapéutico de la risa y las emociones positivas se multiplica por el mundo. Explotar el costado placentero de la vida, comprometerse con las actividades que uno emprende y buscar un sentido existencial trascendente a través de actividades que rompan el individualismo y construyan generosamente en función de los otros, caminos que conducen a la "Auténtica Felicidad", según el libro en el que Martin Seligman, uno de los padres de la psicología positiva, describe la ruta de la gente feliz.

1 comentario:

francarni dijo...

Interesante saber que la respuesta de las neuronas es mas intensa en emociones positivas que negativas. Y lo de la risa me recordó que muchas veces, el simple echo de ver una persona reirse puede provocar que uno se ría, sin saber siquiera porque se ríe la otra. ¿A quién no le ha pasado alguna vez?